LA JAULA DE PAJARO


Había una vez un hombre llamado George Thomas, pastor en un pueblito de Nueva Inglaterra. Un domingo de resurrección llegó a la iglesia cargando una jaula de pájaro, toda oxidada y torcida, y la colocó junto al púlpito. Varias cejas se arquearon, y como si en respuesta, el Pastor Thomas comenzó a hablar.
“Estuve caminando por el pueblo ayer cuando vi un niño acercarse a mí, cargando esta jaula. En la parte de abajo de la jaula había tres pajaritos silvestres, temblando de frío y susto. Me paré y pregunté al niño, “¿Qué tienes allí, hijo?”

“Solo unos pájaros viejos,” contestó.

“¿Y qué vas a hacer con ellos?” le pregunté.

“Llevarlos a casa y divertirme con ellos. Voy a coquetearlos, jalarles las plumas y hacerles que peleen. Me voy a divertir mucho.”
“Pero te cansarás al rato de esos pájaros. ¿Qué harás entonces?”

“Bueno, tengo unos gatos. Les gustan los pájaros. Se los daré.”

El pastor se quedó en silencio por un momento. “¿Cuánto quieres por los pájaros, hijo?”

“Mire, señor, Ud. no quiere estos pájaros. Solo son pájaros silvestres. No cantan, ¡ni son bonitos!”

“¿Cuánto?”

El niño me miró pensando que estaba loco. “$10 dólares?”.

Metí la mano a mi bolsa y saqué un billete de diez dólares. Lo puse en la mano del niño. El niño desapareció como un relámpago.

Levanté la jaula y con cuidado la cargué al final del callejón donde había un árbol y un lugar con pasto. Colocando la jaula en ese lugar, abrí la puerta y dejé ir a los pájaros, librándolos”.

Bueno, eso explicó la jaula vacía en el púlpito. Entonces el pastor comenzó a relatar una historia.

Un día Satanás y Jesús estuvieron en una conversación. Satanás apenas había llegado del huerto de Edén y estaba alardeando y jactándose.

“Sí señor, acabo de agarrar un mundo lleno de gente allí abajo. Les puse una trampa, usé un anzuelo que sabía que no podrían resistir. ¡Les agarré a todos!”

“¿Y qué vas a hacer con ellos?” le preguntó Jesús.

“¡Oh! ¡Me voy a divertir! Les voy a enseñar a casarse y después divorciarse. Les voy a mostrar como odiar y abusar el uno del otro. Como tomar y fumar y maldecir. Como inventar pistolas y bombas y matar el uno al otro. ¡Me voy a divertir mucho!”

“¿Y qué harás cuando hayas terminado con ellos?” preguntó Jesús.

“¡Oh! ¡Los mataré!”

“¿Cuánto quieres por ellos?”

“Oh, tú no quieres esa gente. No son buenos. Tú los tomarás y solo te odiarán. ¡Te escupirán, te maldecirán y te matarán! ¡Tú no quieres esa gente!”

“¿Cuánto?”

Satanás le miró a Jesús y le dijo con desprecio, “Todas tus lágrimas y toda tu sangre.” Jesús pagó el precio.

El pastor levantó la jaula, abrió la puerta y salió de la iglesia.

1 Pedro 1:18-19 (NVI)

Como bien saben, ustedes fueron rescatados de la vida absurda que heredaron de sus antepasados. El precio de su rescate no se pagó con cosas perecederas, como el oro o la plata, sino con la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin defecto.


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